La Iglesia o la Biblia
por el Padre Arnold Damen, S.J. (1815-1890)
Introducción...
El siguiente sermón es tan pertinente hoy como lo era hace más de 100
años atrás cuando fue primeramente predicado por el Padre Arnold
Damen, S.J. Es evidente por medio de su título: "La Iglesia o la Biblia" que el
mensaje del Padre Damen era y es todavía un desafío a muchos que se enorgullecen
en ser llamados "Cristianos Biblicos y de la Biblia nada más." "Uno no puede
tener Dios como su Padre, si no quiere tener la Iglesia como su Madre."
Igualmente uno no puede tener la Palabra de Dios como su fe, si no quiere tener
la iglesia como su profesora. Es la Iglesia que tiene la autoridad de
instrucción infalible, como lo fue prometida por Cristo, la cual protege la
Palabra de Dios de interpretación errónea. Esta es en esencia la doctrina de
este sacerdote lleno de entusiasmo. Esto es también el núcleo del Cristianismo
verdadero, tal como el Padre Damen ampliamente demuestra usando las Escrituras
Sagradas y el sentido común. Todo lector sincero de la Biblia merece saber la
verdadera relación que Dios ha establecido entre Su Iglesia y la Escritura
Sagrada. Por lo tanto, invitamos a todos los que aman la Biblia, que lean la
exposición del Padre Damen con una mente abierta, a fin de que cuando lean las
Escrituras Sagradas no las "interpreten torcidamente para su propia perdición."
(2 Pedro 3:16)
I. Queridos y amados Cristianos: Cuando
nuestros divino Salvador, envió a Sus apóstoles y a Sus discípulos por todo el
universo para predicar el Evangelio a toda criatura, El plantó las condiciones
para la salvación en ésta forma: El que crea y sea bautizado, dijo el
Hijo del Dios Vivo, se salvará; el que no crea, se condenará
(Marcos:16). Aquí pues, nuestro bendito Señor plantó las dos condiciones de
salvación: Fe y Bautismo.
Esta noche hablaré sobre la condición de la fe.
Debemos tener la Fe para ser salvados, y tenemos que tener Fe Divina, no la fe
humana. La fe humana no podrá salavar a un hombre, solamente la Fe Divina. ¿Qué
es la Fe Divina? Es creer, basado en la autoridad de Dios, las verdades que Dios
ha revelado; eso es Fe Divina. Es el creer todo lo que Dios ha enseñado basado
en la autoridad de Dios, y creer sin dudar, sin vacilar; porque en el momento en
que comienzas a tener duda o a vacilar, en ese momento comienzas a tener
desconfianza de la autoridad de Dios, y por lo tanto, has insultado a Dios
porque has dudado de Su palabra. Fe Divina, entonces es creer sin duda y sin
vacilación. La fe humana es cuando nosotros creemos una cosa basada en la
autoridad de hombres - en autoridad humana. Esto es fe humana. Pero la Fe Divina
es creer sin duda, sin vacilación, cualquier cosa que Dios ha revelado basado en
la autoridad de Dios. Por lo tanto, mis queridos amigos, no es una cuestión de
indiferencia cuál religión un hombre quiera profesar, con tal de que sea él un
buen hombre. Se suele oír hoy en este siglo de poca fe, que no importa de cuál
religión un hombre sea, siempre y cuando sea un buen hombre. Esto es herejía,
mis queridos amigos, y les voy a demostrar que es así.
Si fuera una cuestión
de indiferencia a cuál creencia un hombre perteneciese, siempre y cuando que él
sea un buen hombre, pues entonces, es inútil que Dios hiciese revelaciones de lo
que sea. Si un hombre está en libertad para rechazar lo que Dios ha revelado,
¿De qué uso fue el de Cristo de enviar a Sus apóstoles y Sus discípulos a
enseñar a todas las naciones, si estas naciones están en libertad para creer o
rechazar las enseñanzas de los apóstoles o discípulos? Te puedes dar cuenta en
seguida que esto sería un insulto a Dios. Si Dios revela una cosa El propone ser
creído. El quiere ser creído cuando El enseña o revela una cosa.
El hombre
está obligado a creer cualquier cosa que Dios ha revelado, porque, mis queridos
amigos, nosotros estamos obligados a adorar a Dios tanto con nuestra razón e
intelecto, como con nuestro corazón y voluntad. Dios es el dueño del ser humano
por completo. El reclama su voluntad, su corazón, su razón y su intelecto.
¿Dónde está el hombre en su razonamiento, no importa cuál sea la denominación,
iglesia o religión a la cual pertezca, que va a negar que estamos obligados a
creer lo que Dios ha enseñado? Estoy seguro que no existe un cristiano que
niegue que estamos en deber de creer, cualquier cosa, lo que sea que Dios ha
revelado. Entonces, no es un asunto de indiferencia cuál religión un hombre
profese. El tiene que profesar aquella religión verdadera si quiere ser salvado.
Pero, ¿Cuál es la verdadera religión? Creer todo lo que Dios ha enseñado.
Yo
estoy seguro que hasta mis amigos protestantes admintirán que esto es correcto;
porque, si ellos dicen que no, yo diría que ellos no son cristianos en lo
absoluto. Pero ¿Cuál es la verdadera Fe? "La verdadera Fe" dicen mis amigos
protestantes "es creer en el Señor Jesús." Estamos de acuerdo, los católicos
creen en eso. Pero dime ¿Qué es lo que tu significas cuando dices que hay que
creer en el Señor Jesús? "Pero sí", dicen mis amigos protestantes, "hay que
creer que El es el Hijo del Dios viviente." Estamos de acuerdo otra vez. Gracias
a Dios, que podemos estar de acuerdo en algo. Nosotros creemos que Jesucristo es
el hijo del Dios viviente, que El es Dios. En esto todos estamos de acuerdo, a
excepción de los unitarios y los socinianos, pero no vamos a hablar de ellos,
vamos a dejarlos tranquilos esta noche. Si Cristo es Dios, entonces tenemos que
creer todo lo que El enseña. ¿No es cierto mis queridos hermanos y hermanas
protestantes? Y esa es la Fe correcta, ¿no es cierto? "Bueno sí" dice mi amigo
protestante, "Yo creo que esa es la Fe correcta. Si creemos que Jesús es el Hijo
del Dios viviente, entonces tenemos que creer lo que Cristo ha enseñado."
Nosotros los católicos decimos lo mismo, y aquí estamos de acuerdo otra vez.
Entonces tenemos que creer en Cristo, y esa es la Fe verdadera. Tenemos que
creer todo lo que Cristo ha enseñado - lo que Dios ha revelado - y, sin esa Fe
no puede haber salvación; sin esa Fe no hay esperanza de ir al cielo, sin esa
Fe, ¡hay solamente condenación para la eternidad! Para esto tenemos las palabras
de Cristo: El que no crea será condenado.
II. Pero si Cristo mi querida
gente, me manda bajo castigo de condenación eterna a creer todo lo que El ha
enseñado, El tiene que darme el medio por el cual yo pueda enterarme qué es lo
que El ha enseñado. Y el medio por el cual Cristo nos ha dado a saber esto tiene
que haber existido todo el tiempo al alcance de toda la gente.
En segundo
lugar, el medio por el cual Dios nos da a saber lo que El ha enseñado tiene que
ser un medio al alcance de toda capacidad de intelecto, hasta del más escaso de
mente. Porque los más escasos de mente tienen el derecho a la salvación, y por
consiguiente tienen el derecho a tener el medio por el cual puedan enterarse de
las verdades que Dios ha enseñado, para que ellos puedan creer en ellas y ser
salvados. El medio por el cual Dios nos da a conocer lo que El ha enseñado tiene
que ser un medio infalible. Porque si es un medio que nos puede descarriar,
entonces no es medio ninguno. Tiene que ser un medio infalible, para que si una
persona hace uso de ese medio, esté infaliblemente sin miedo de equivocación o
error, llevado a un conocimiento de todas las verdades que Dios ha enseñado. Yo
no creo que hay nadie aquí - no importa quien sea, cristiano o ateo - que pueda
estar en desacuerdo con mis premisas. Y estas premisas son la fundación de mi
discurso y todo mi razonamiento, y, por consiguiente, quiero que ustedes las
tengan presentes.
Las repetiré porque en estas premisas descansan todas las
fuerzas de mi discurso y razonamiento. Si Dios me manda bajo castigo de
condenación eterna a creer todo lo que El ha enseñado, El está obligado a darme
el medio por el cual yo pueda enterarme de lo que El ha enseñado. Y ese medio
que Dios me da, tiene que haber existido en todo tiempo, dentro del alcance de
toda la gente, tiene que adaptarse a todo tipo de capacidad intelectual, tiene
que ser un medio infalible para nosotros, para que si alguien hace uso de este
medio, él tuviere el conocimiento de todas las verdades que Dios ha
enseñado.
III. ¿Nos ha dado Dios tal medio? "Sí" dicen
mis amigos protestantes, "El lo ha dado." Y los católicos dicen que sí también.
¿Cuál es el medio que Dios nos ha dado por el cual podremos saber la verdad que
Dios ha revelado? "La Biblia" dicen mis amigos protestantes, "la Biblia, toda la
Biblia, y nada más que la Biblia." Sin embargo, nosotros los católicos decimos,
"No; no es la Biblia y su interpretación privada, sino la Iglesia del Dios
viviente." Voy a demostrar las realidades, y yo desafío a todos mis hermanos
separados - y a todos los predicadores a la misma vez - les invito a rebatir lo
que diré esta noche.
Digo pues, que no es la interpretación privada de la
Biblia lo designado por Dios para ser la profesora del hombre, sino la Iglesia
del Dios viviente. Porque, mis queridos amigos, si Dios hubiera tenido la
intención de que el hombre aprendiese Su religión de un libro -la Biblia - por
seguro que Dios le hubiera dado ese libro al hombre; Cristo le hubiera dado ese
libro al hombre. ¿Lo hizo El? El no lo hizo. Cristo envió a sus apóstoles por
todo el universo y les dijo: Vayan pues, y enseñen a todas las naciones,
bautizando en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo;
enseñándoles a obedecer a todo lo que Yo les he mandado.
Cristo no les
dijo, "Siéntense y escriban Biblias y distribúyanlas por toda la tierra, y que
cada persona lea su Biblia y juzgue por sí mismo." Si esto hubiera sucedido,
nunca hubiera habido un cristianismo, sino una Babilonia y mucha confusión, pero
nunca una Iglesia, la unión de un cuerpo. Este entredicho estaba reservado para
el siglo dieciséis y hemos visto el resultado de esto. Desde entonces, empezando
por el siglo dieciséis ha surgido una religión encima de otra religión, e
iglesia encima de otras iglesias, todas peleando y discutiendo entre ellas. Y
todo por el motivo de la interpretación individual de la Biblia. Cristo envió
Sus apóstoles con autoridad para enseñar a todas las naciones, y nunca les dio
un mandato de escribir la Biblia. Y los apóstoles fueron y predicaron por todas
partes, y plantaron la Iglesia de Dios en toda la tierra, sin embargo nunca
pensaron en ponerse a escribir.
La primera palabra escrita, fue por San
Mateo, y él escribió para el beneficio de solo unas pocas personas. El escribió
el Evangelio casi siete años después que Cristo dejó esta tierra, de manera que,
la Iglesia de Dios establecida por Cristo, existió siete años antes que ni
siquiera una línea se había escrito en el Nuevo Testamento. San Marcos escribió
aproximadamente diez años después que Cristo dejó esta tierra; San Lucas
aproximadamente veinticinco años, y San Juan aproximadamente sesenta y tres años
después que Cristo había establecido la Iglesia de Dios. San Juan escribió la
última porción de la Biblia -el Libro de Revelación - aproximadamente sesenta y
cinco años después que Cristo había dejado esta tierra y la Iglesia de Cristo ya
se había establecido. La religión católica ya existió sesenta y cinco años antes
que la Biblia se había terminado de escribir, antes que la Biblia fuera escrita.
Ahora, yo les pregunto, mis queridos hermanos separados, si eran estas
gentes cristianas, los que vivieron durante este periodo de tiempo entre la
fundación de la Iglesia de Jesús y la compilación de la Biblia, ¿Eran ellos de
verdad cristianos, cristianos buenos, cristianos instruidos? ¿Conocían ellos la
religión de Jesús? ¿Dónde está el hombre que se atreviera a decir que aquellos
que vivieron entre el tiempo en que Cristo ascendió al cielo hasta el tiempo en
que la Biblia se terminó de escribir, no eran cristianos? Está admitido por
todos los partidos, por todas las denominaciones, que ellos eran los mejores
cristianos, el primer fruto de la Sangre de Jesucristo. ¿Pero cómo sabían lo que
tenían que hacer para salvar sus almas? ¿Acaso lo aprendieron de la Biblia? No,
porque la Biblia no había sido escrita. ¿Hubiera nuestro divino Salvador dejado
su Iglesia por sesenta años sin un instructor, suponiendo que la Biblia fuera el
instructor del hombre? Les aseguro que no. ¿Eran los apóstoles cristianos?
Ustedes dicen "Sí señor, ellos eran los mismos fundadores del cristianismo."
Ahora, mis queridos amigos, ninguno de los apóstoles nunca llegó a leer la
Biblia; ninguno de ellos con excepción, quizá de San Juan. Pues todos ellos
habían muerto mártires por la Fe de Jesucristo y nunca llegaron a ver el forro
de una Biblia. Cada uno de ellos murió como mártir y héroe para la Iglesia de
Jesús antes de que la Biblia se hubiera terminado de escribir. ¿Cómo entonces,
es que esos cristianos que vivieron en los primeros sesenta y cinco años después
que Cristo ascendió - cómo es que ellos sabían lo que tenían que hacer para
salvar sus almas? Ellos lo sabían en precisamente la misma manera que ustedes lo
saben, mis queridos amigos católicos. Ustedes lo saben por medio de las
enseñanzas de la Iglesia de Dios, y es en esta forma también que los primeros
cristianos lo sabían.
IV. No solamente por sesenta y cinco años dejó
Cristo la Iglesia que El había establecido sin una Biblia, sino que así fue a
través de trescientos años. La Iglesia de Dios fue establecida y siguió
propagándose por toda la esfera terrestre sin la Biblia por más de trescientos
años. En todo aquel tiempo, la gente no sabía que era lo que constituía la
Biblia.
En los días de los apóstoles había muchos falsos evangelios. Estaba
el evangelio de Simón, los evangelios de Nicodemo, de María, de Bernabé y el
evangelio de la infancia de Jesús. Todos estos evangelios fueron esparcidos
entre la gente, y la gente no sabía cuáles eran inspirados y cuáles eran falsos
y espurios. Hasta los mismo letrados discutían si se le debiera dar preferencia
al evangelio de Simón, o al de Mateo, al evangelio de Nicodemo o al Evangelio de
Marcos, al evangelio de María o al de Lucas, al evangelio de la infancia de
Jesús o al Evangelio de San Juan el Evangelista.
Lo mismo pasaba con las
epístolas que fueron escritas: Muchas epístolas fueron espurias, y la gente no
sabía con certeza, por más de trescientos años, cuáles eran espurias o falsas y
cuáles eran inspiradas. Y, por lo tanto, ellos no sabían cuáles eran los
escritos que constituían los libros de la Biblia. No fue hasta el siglo cuarto
que el Papa de Roma, la Cabeza de la Iglesia, el sucesor de San Pedro, convocó a
todos los obispos del mundo a un concilio. Y allí en ese concilio fue decidido
que la Biblia, así como nosotros los católicos la tenemos ahora, es la Palabra
de Dios, y que los evangelios de Simón, Nicodemo, María, la infancia de Jesús y
de Bernabé y todas aquellas otras epístolas eran espurias o, a lo menos, no eran
auténticas; Por lo menos, no había evidencia de su inspiración, y que los
Evangelios de los Santos Lucas, Mateo, Marcos y Juan y el libro de Revelación,
sí eran inspirados por el Espíritu Santo.
A través de la duración de todo
aquel tiempo, el mundo entero por trescientos años no sabía lo que la Biblia
era; por lo tanto, ellos no podían tomar la Biblia como su guía, porque ellos no
sabían lo que constituía la Biblia. ¿Hubiera nuestro divino Salvador si Su
intención era que el hombre aprendiese su religión de un libro, dejado el mundo
cristiano por trescientos años sin ese libro? Muy ciertamente que no.
V. No sólo por trescientos años estaba el
mundo sin Biblia, sino por mil cuatrocientos años, el mundo cristiano no tuvo el
Libro Sagrado. Antes que la imprenta fuera inventada, las Biblias eran cosa
rara; las Biblias eran muy costosas. Ahora bien, ustedes tienen que estar
conscientes, si han leído un poco de historia, que la imprenta fue inventada
solamente un poco más de cuatrocientos años atrás - en medio del siglo quince -
y aproximadamente cien años antes que hubiera un solo protestante en el mundo.
Como lo he dicho, antes que la imprenta fuera inventada, libros eran cosas
escasas y costosas.
¡Los historiadores nos dicen que en el siglo once - hace
ochocientos años atrás - las Biblias eran tan escasas y caras que se necesitaba
una fortuna cuantiosa para comprarse una copia de la Biblia! Antes de la
existencia de la imprenta, todo se tenía que hacer con pluma sobre pergamino o
piel de carnero. Era, por lo tanto una operación lenta y tediosa - un trabajo
costoso. Ahora bien, con el fin de llegar al costo probable de una Biblia en
aquellos tiempos, vamos a suponer que un hombre tuviera que trabajar diez años
para hacer una copia de la Biblia y ganar un dólar al día. ¡Pues bien, el precio
de esa Biblia sería $3,650. Ahora, vamos a suponer que un hombre trabajase en
reproducir una copia de la Biblia durante veinte años, así como los
historiadores dicen que le hubiera tomado a alguien en ese tiempo, sin las
conveniencias y progresos para ayudarle como tenemos hoy. Entonces, un dólar al
día, por veinte años, el precio de una Biblia sería casi $8,000. Supongamos que
yo venga y les diga: "Mi querida gente, salven su alma, porque si pierden su
alma todo está perdido." Ustedes me preguntarían: "¿Qué debemos hacer para
salvar nuestra alma?" El predicador protestante te dijera: "Usted tiene que
obtener una Biblia; la puede conseguir en tal o cual tienda." Tu le preguntarías
el precio y te enterarías que el precio era $8,000. Exclamarías "¡Que el Señor
nos salve! ¿Y no podemos ir al cielo sin ese libro?" La respuesta sería: "No;
usted tiene que tener la Biblia y leerla." Te quejarías del precio, y ellos te
preguntarían: "¿Acaso no vale su alma $8,000?" Sí, seguro que sí, pero tu dices
que no tienes el dinero, y si tu no puedes obtener una Biblia en la cual tu
salvación depende, es evidente que tu tendrías que quedarte fuera del Reino de
los Cielos. Esto sería una condición desesperanzada, de verdad.
Por mil
cuatrocientos años el mundo estuvo sin una Biblia - ni uno en diez mil, ni uno
en veinte mil, antes de la invención de la imprenta, tenía Biblia. ¿Y hubiera
nuestro divino Señor dejado al mundo sin ese libro si ese libro era necesario
para la salvación del hombre? Muy ciertamente que no.
VI. Pero vamos a suponer por un momento que
todos tenían Biblia, que las Biblias fueron escritas desde el principio y que
cada hombre, mujer y niño tenía una copia, ¿De qué le sirve ese libro a un
pueblo que no sabía leer? Es una cosa ciega para tales personas. Aun hoy en día,
mitad de los habitantes de la tierra no saben leer. Además, la Biblia estaba
escrita en griego y hebreo, y era necesario saber estos idiomas para poder leer
la Biblia.
Pero se dice que la tenemos traducida ahora en francés y en
inglés y en otros idiomas de hoy. Sí, ¿Pero está usted seguro que tiene una
traducción exacta? Porque si no, usted no tiene la Palabra de Dios. Si usted
tiene una falsa traducción, es el trabajo del hombre, ¿Cómo puede usted
confirmar esto? ¿Cómo va usted a confirmar si tiene una buena traducción del
griego y del hebreo? "Yo no sé el griego ni el hebreo" dice mi amigo
protestante; "Para mi traducción necesito confiar en la opinión de los
letrados." Pues bien, mis queridos amigos, supongámos que los letrados estén
divididos por sus opiniones, y algunos digan que la traducción es buena, y otros
que es falsa. Entonces su fe desaparece; usted tiene que comenzar a dudar y a
vacilar, porque usted no sabe si la traducción es buena.
Ahora en cuanto a
la traducción protestante de la Biblia, permítanme decirles a ustedes que los
más letrados entre los protestantes dicen que su traducción - la edición del Rey
Santiago (King James Edition) - es una traducción muy defectuosa y llena de
errores. Sus propios sabios teólogos, predicadores y obispos han escrito tomos
enteros para señalar todos los errores que hay en la traducción del Rey
Santiago, y protestantes de diversas denominaciones lo reconocen. Hace algunos
años atrás cuando yo vivía en St. Louis, hubo en esa ciudad una convención de
ministros. Todas las denominaciones fueron invitadas, el propósito era el
arreglo de una nueva traducción de la Biblia, y darla al mundo. Los
procedimientos de la convención fueron publicados diariamente en el Missouri
Republican. Un muy letrado presbiteriano, yo creo que era, se levantó y
exhortando la necesidad de dar a conocer una nueva traducción de la Biblia dijo,
que en la actual traducción protestante de la Biblia había no menos de treinta
mil errores. Y ustedes dicen, mis queridos amigos protestantes, que la Biblia es
su guía y su maestra. ¡Que maestra, con treinta mil errores! ¡Que el Señor nos
salve de una maestra como esa! Un error es bastante mal, pero treinta mil es un
poco más que demasiado.
Otro predicador se levantó en la convención - yo
creo que era bautista - y, exhortando la necesidad de dar a conocer una nueva
traducción de la Biblia, dijo que por los últimos treinta años el mundo estuvo
sin Palabra de Dios, porque la Biblia que tenemos no es la Palabra de Dios en lo
absoluto. He aquí a sus propios predicadores. Ustedes todos leen los periódicos,
no lo dudo, mis amigos, y tienen que saber lo que pasó en Inglaterra unos
cuantos años atrás. Una petición fue mandada al Parlamento para una autorización
de algunas miles de libras esterlinas a fin de llevar a cabo una nueva
traducción de la Biblia. Y esa actividad fue encabezada y llevada adelante por
obispos y clérigos protestantes.
VII. Pero, mis queridos amigos, ¿Cómo pueden
ustedes estar seguros de su fe? Ustedes dicen que la Biblia es su guía, pero
ustedes no saben si la tienen. Vamos a suponer por un momento que todos tuviesen
una Biblia. Aunque todos la hallan leído y tengan una bien traducida, aun así,
ésta no puede ser la guía del hombre, porque la interpretación privada de la
Biblia no es infalible, mas todo lo contrario, es muy falible. Es el origen y
fuente de toda clase de errores y herejías, y toda clase de doctrinas blasfemas.
No se escandalicen, mis queridos amigos; solamente estén tranquilos y escuchen
mis argumentos.
Hay ahora en todo el mundo trescientos cincuenta diferentes
denominaciones o iglesias, y todas ellas dicen que la Biblia es su guía y
profesora. Y yo supongo que ellos todos son sinceros. ¿Son todas ellas iglesias
verdaderas? Esto es una imposibilidad. La verdad es solo una, como Dios es uno,
y no puede haber contradicción. Todo hombre de sentido común ve que todas a la
vez no pueden ser verdaderas, porque ellas se diferencian y se contradicen una a
la otra, y no pueden, por lo tanto, ser todas a la vez verdaderas. Los
protestantes dicen que el hombre que lea la Biblia correctamente y con devoción
tiene la verdad, y ellos todos dicen que ellos la han leído correctamente.
Supongamos que tenemos aquí un ministro episcopal. El es un hombre sincero,
honesto, con buenas intenciones y un hombre de rezo. El lee su Biblia en un
espíritu de devoción, y de la palabra de la Biblia, él dice que está claro que
debe de haber obispos. Porque sin los obispos no puede haber sacerdotes, sin
sacerdotes no puede haber Sacramentos, y sin Sacramentos no puede haber Iglesia.
El presbiteriano es sincero y tiene buenas intenciones. El también lee la
Biblia, y deduce que no debe haber obispos, solamente presbíteros. "Aquí está el
renglón en la Biblia" dice el episcopal " Y aquí está el renglón en la Biblia
para decirte lo contrario" dice el presbiteriano. Sin embargo ambos rezan y son
hombres de buenas intenciones.
Luego viene el bautista. El es un hombre con
buenas intenciones, honesto y también reza. "Bueno" dice el bautista, ¿"Han sido
ustedes bautizados alguna vez?' "Yo lo fui" dice el episcopal, "cuando era
bebé." "Yo también" dice el presbiteriano, "cuando era bebé" "Aun así" dice el
bautista, "ustedes van a ir al infierno tan seguro como que están vivos."
Después viene el unitario, de buenas intenciones, honesto y sincero. "Bueno"
dice el unitario, "déjenme decirles que todos ustedes son una manada de
idólatras. Ustedes adoran a un hombre como un Dios que no es Dios en lo
absoluto." Y les cita varios renglones de la Biblia para demostrarlo, mientras
que los otros están tapándose sus oídos para no oír las blasfemias del unitario.
Y todos sin embargo dicen tener el verdadero significado de la
Biblia.
Después entra el metodista y dice "¿Mis amigos, acaso tienen ustedes
religión alguna?" "Por supuesto que tenemos religión", dicen ellos. "¿Han
ustedes alguna vez tenido la sensación de religión?" dice el metodista. "¿El
Espíritu de Dios moviéndose dentro de ustedes?" "Tonterías", dice el
presbiteriano, "nosotros estamos guiados por nuestro razonamiento y juicio".
"Por lo tanto", dice el metodista, "si ustedes nunca sienten la religión, nunca
la han tenido y se irán para la eternidad al infierno."
El universalista
luego entra, y los escucha a cada uno amenazando con el fuego eterno. "Caramba",
dice él, "Ustedes son un grupo de gente rara. ¿Acaso entienden ustedes la
Palabra de Dios? El infierno no existe en lo absoluto. Esa idea es buena
solamente para asustar a las ancianas y a los niños", y él se los demuestra
usando la Biblia.
Ahora viene el cuáquero. El les pide que no tengan peleas,
y les aconseja que no deben ser bautizados en lo absoluto. El es el más sincero
de los hombres, y expone la Biblia como testimonio de su fe. Otro entra y dice:
"Bauticen a los hombres y dejen a las mujeres solas. Porque la Biblia dice:
A menos que un hombre sea nacido del agua y del Espíritu Santo, él no puede
entrar en el Reino de los Cielos. Por lo tanto" dice él, "las mujeres están
bien, pero bauticen a los hombres."
Después entra el estremecido, y dice
"Ustedes son una gente presuntuosa. ¿Acaso no saben que la Biblia dice que
tienen que efectuar su propia salvación con miedo y con temblores? y
ustedes no están temblando en lo absoluto. Entonces mis hermanos, si quieren ir
al cielo, ¡tiemblen, mis hermanos, tiemblen!"
VIII. He traído aquí siete u ocho
denominaciones juntas, distintas una de la otra, es decir, con entendimiento de
la Biblia en diferentes maneras, lo cual es ilustrativo de los frutos de la
interpretación privada. Entonces, ¿Qué tal si yo reúno a las trescientas
cincuenta diferentes denominaciones, todas tomando la Biblia como su guía y
enseñanza, y todas en discordia una con la otra?¿Están todas correctas? Una dice
que existe el infierno, y otra dice que no hay infierno. ¿Están las dos
correctas? Una dice que Cristo es Dios; otra dice que El no lo es. Esto es una
imposibilidad mis amigos; todas no pueden a la vez estar correctas. ¿Quién
entonces es la verdadera?
Aquella que tenga la correcta interpretación de la
Biblia, dice usted. Pero la Biblia no nos dice quién es esa - la Biblia nunca va
a resolver la discusión. No es la maestra. La Biblia mi querida gente, es un
buen libro. Nosotros los católicos, reconocemos que la Biblia es la Palabra de
Dios, el lenguaje de inspiración, y todo católico es exhortado a leer la Biblia.
Pero útil como lo es, la Biblia mis queridos amigos, no se explica por sí misma.
Es un buen libro, la Palabra de Dios, el lenguaje de inspiración, sin embargo tu
explicación de la Biblia no es el lenguaje de inspiración. Tu entendimiento de
la Biblia no es inspirado - ¡por cierto, ustedes no pretenden ser inspirados!
Pasa lo mismo con la Biblia como con la Constitución de los Estados Unidos.
Cuando Washington y sus asociados establecieron la Constitución y la
Ley Suprema de los Estados Unidos, ellos no le dijeron a la gente de los
Estados: "vamos a dejar que cada hombre lea la Constitución y se haga su propio
gobierno para él mismo; vamos a dejar que cada hombre haga su propia explicación
de la Constitución." Si Washington hubiera hecho eso, nunca se hubiera fundado
los Estados Unidos. La gente se hubiera dividido entre ellos mismos, y el país
estuviera cortado en miles de diferentes divisiones o gobiernos. ¿Qué fue lo que
hizo Washington? El le dio a la gente la Constitución y la Ley Suprema, y
designó su Corte Suprema y Juez que han de dar la explicación verdadera de la
Constitución a todos los ciudadanos americanos - a todos sin excepción, desde el
Presidente hasta el mendigo.
Todos están comprometidos a seguir las
decisiones de la Corte Suprema, y es éste y solamente éste que puede mantener la
gente junta y conservar la Unión de los Estados Unidos. En el momento que la
gente empieza a tomar la interpretación de la Constitución en sus propias manos,
en ese momento se acaba la unión. Y así lo es en cada gobierno - así lo es aquí
y en todas partes. Hay una Constitución, una Corte Suprema de esa Constitución,
y esa Corte Suprema es la que nos va a dar la interpretación de la Constitución
y Ley. En cada país que esté bien gobernado, tiene que haber tal cosa como ésta
- la Ley Suprema, la Corte Suprema, el Juez Supremo; y todos están sujetos a las
decisiones de ellos y sin eso ningún gobierno se puede mantener en pie. Hasta
entre las tribus de indios existen estas condiciones. ¿Cómo se quedan juntos?
Por su jefe, que es su dictador.
De igual manera nuestro divino Salvador ha
establecido Su Corte Suprema - Su Juez Supremo - para darnos la correcta
interpretación de las Escrituras, y para darnos la verdadera revelación y
doctrina de la Palabra de Jesús, el Hijo del Dios Viviente nos ha dado en
promesa Su Palabra de que ésta Corte Suprema es infalible, por consiguiente, el
verdadero católico nunca duda. "Yo creo" dice el católico, "porque la Iglesia me
lo enseña así." Yo creo en la Iglesia porque Dios me ha ordenado que crea en
ella. El dijo: Escuchen a la Iglesia, y aquél que no escuche a la Iglesia,
que sea para ti como un pagano y un publicano. Aquél que crea en ti cree en Mí,
dijo Cristo, y aquél que te desprecia a ti Me desprecia a Mí. Así
que, el católico cree porque Dios ha hablado, y a través de la autoridad de
Dios. Sin embargo nuestros amigos protestantes dicen "Nosotros creemos en la
Biblia." Muy bien; ¿Cómo tu entiendes la Biblia? "Bueno" dice el protestante,
"según mi leal saber y entender esta es la significación del texto." El no está
seguro, pero solamente según su leal saber y entender.
Esto, mis amigos, es
solamente el testimonio de un hombre - es solamente fe humana, no es Fe Divina.
Es solamente a través de la Fe Divina que damos honra y gloria a Dios, por el
cual nosotros adoramos Su sabiduría infinita y veracidad, esa adoración y culto
son necesarios para la salvación. Ya les he demostrado a ustedes que la
interpretación privada de la Escritura no puede ser la guía o maestra del
hombre. En otra homilía les comprobaré que la Iglesia Católica es la única
verdadera Iglesia de Dios, y que no existe otra.