Gemas de San Cipriano  



San Cipriano de Cartago (205-258), Obispo de Cartago. Él era un ávido defensor de la Iglesia Católica y fue el primer obispo africano que fue martirizado. En bastantes ocasiones él mencionó por nombre a la Iglesia Católica entre una gran cantidad de sus manuscritos.
Aquí encontrarás algunas de sus "Gemas".
"Existe un Dios y un Cristo, y una Iglesia, y una Cátedra edificada en la silla de Pedro por la Palabra del Señor. No es posible establecer otro altar o que haya otro sacerdocio además de ese único altar y ese único sacerdocio. Quien haya reunido en otro lugar, está desparramando".
Carta de San Cipriano a Todo su Rebaño, 43,40,5, 251 D.C.

"Y no sea que su audacia furiosa cesara en alguna instancia, ellos también están esforzándose por distraer a los miembros de Cristo en facciones cismáticas, para rasgar y desgajar el único cuerpo de la Iglesia Católica, porque así, corriendo de puerta en puerta, por las casas de muchos, o de ciudad en ciudad por ciertos distritos, en su obstinación y error buscan compañeros que se unan a ellos mismos en su cisma".
Epístola XL-2, a Cornelio.

"Saludos de Cipriano a su hermano Cornelio. Lo he pensado tanto obligatorio en mí, como necesario a vos, querido hermano, el escribir una carta corta a los confesores que están allí con vosotros, y que, seducidos por la obstinación y depravación de Novaciano y Novato, se han marchado de la Iglesia; en dicha carta, los podría inducir, por nuestro afecto mutuo, a que regresen a su Madre, es decir, a la Iglesia Católica".
Epístola XLII, a Cornelio.

"Sin embargo, algunas personas, perturban con sus palabras la mente y espíritu de los hombres, al relacionar a la verdad cosas de otra manera. Porque nosotros, que proporcionamos un plan a cada persona que navega de aquí para que pueda navegar sin ofensa alguna, sabréis que los hemos exhortado a reconocer y sostener la raíz y matriz de la Iglesia Católica. Pero puesto que nuestra provincia es extensa, y tiene a Numidia y Mauritania adheridas a ella; no sea que surja un cisma en la ciudad y confunda las mentes de los ausentes con opiniones inciertas, decidimos -habiendo obtenido mediante los obispos la verdad del asunto, y  mayor autoridad para la prueba de vuestra ordenación, y habiendo sido tan extensamente desechado cada escrúpulo del pecho de cada uno - que os deberían enviar cartas todos los que fueron asignados a cualquier lugar en la provincia; como efectivamente se ha hecho, para que así, todos nuestros colegas pudieran decididamente aprobar y mantener a ambos, vos y vuestra comunión, que es igualmente la unidad de la Iglesia Católica como su amor. Nos alegramos de todo aquello que ha venido a suceder mediante la dirección de Dios y de que nuestra intención ha sido expedida bajo la Providencia". 
Epístola XLIV, a Cornelio

"Cuando este error fue removido, se infundió luz en el pecho de todos, y la Iglesia Católica ha mostrado ser una, incapaz de ser ni destajada ni dividida. Tampoco puede ahora alguno ser fácilmente engañado por las palabrerías de un cismático furioso, puesto que ha sido comprobado que los soldados buenos y gloriosos de Cristo no podían mas ser retenidos sin la Iglesia, por la falsedad y la perfidia de otros. Me despido de vos, queridísimo hermano, con mi siempre muy caluroso adiós".
Epístola XLVI-2, a Cornelio

"Cipriano a Antoniano su hermano, saludos. Recibí vuestras primeras cartas, muy querido hermano, manteniendo firmemente la concordia del colegio sacerdotal, y en adherencia a la Iglesia Católica, en la cual insinuasteis que no sostenéis comunión con Novaciano, pero seguisteis mi consejo, y sostuvisteis un acuerdo común con nuestro co-obispo Cornelio. Vos escribisteis, además, para que yo transmitiera una copia de esas mismas cartas a Cornelio nuestro colega, y así él pudiera dejar a un lado toda ansiedad, y saber inmediatamente que vos sostuvisteis la comunión con él, es decir, con la Iglesia Católica".
Epístola LI-1, a Antoniano

"Sin embargo, permitid a los lapsi, quienes reconocen la gravedad de su pecado, ni dejar de suplicarle al Señor, ni abandonar la Iglesia Católica, la cual ha sido asignada única y solamente por el Señor; continuando en sus expiaciones y rogando la misericordia del Señor".
Epístola LXIII-5, a Epíctetus

"Desde donde vosotros debería saber que el obispo está en la Iglesia, y la Iglesia en el obispo; y si alguno no estuviera con el obispo, ese no está en la Iglesia, y que aquellos que entran cautelosamente se adulan ellos mismos en vano, sin tener paz con los sacerdotes de Dios, y piensan que se comunican secretamente con algunos; mientras que la Iglesia, que es Católica y única, no esta ni destajada ni dividida, sino que efectivamente está unida y asegurada por el cemento de los sacerdotes en concordia unos con otros".
Epístola LXVIII-8, a Florencio Pupiano

"Y por lo tanto, porque no puede haber nada común a la falsedad y la verdad, a la oscuridad y la luz, a la muerte y la inmortalidad; al anticristo y a Cristo, debemos cueste lo que cueste mantener la unidad de la Iglesia Católica, y en ningún respecto ceder el paso a los enemigos de la fe y la verdad".
Epístola LXX-2, a Quintas

"Porque, queridísimo hermano, ambos debemos mantener firmemente la fe y la verdad de la Iglesia Católica, y enseñar, y exponer el plan de dispensa y unidad por medio de todos los preceptos evangélicos y apostólicos". 
Epístola LXXII-20, a Jovino

"Pero si el bautismo de los herejes puede tener la regeneración del segundo nacimiento, aquellos que son bautizados de entre ellos deben ser considerados como hijos de Dios no como herejes. Pues el segundo nacimiento, el cual ocurre en el bautismo, engendra hijos de Dios. Pero si la esposa de Cristo es una, la cual es la Iglesia Católica, es solamente ella misma quien da a luz hijos de Dios. Porque no existen muchas esposas de Cristo, puesto que el apóstol dice, « A un solo esposo os he desposado, para presentaros cual casta virgen a Cristo; » y « Oye, hija, y considera; aplica tu oído; olvida a tu pueblo y la casa de tu padre. El rey se prenderá de tu hermosura; »".
Epístola LXXIV-14, a Firmiliano

"Pero los enemigos de la única Iglesia Católica a la cual pertenecemos, y nuestros adversarios quienes han sucedido a los apóstoles, acertando sacerdocios ilegales por ellos mismos en oposición a nosotros, levantándo altares profanos, ¿Qué más son ellos que Coré, Datán y Abirán, profanos con iniquidad común, y a punto de sufrir los mismos castigos que ellos sufrieron, así como los que están de acuerdo con ellos, tal como sus socios y cómplices quienes perecieron con una muerte parecida
a la suya?".
Epístola LXXIV-16, a Firmiliano

"Pues nuestro Señor Jesucristo, cuando Él afirmó en Sus Evangelios que aquellos que no estaban con Él eran Sus adversarios, no indicó ninguna especie de herejía, pero mostró que todos, quienes fueran que no estuvieran con Él, y quienes no acumulaban con Él, estaban desparramando Su rebaño, y eran sus adversarios; diciendo, « Quien no está conmigo, está contra Mí; y quien no acumula conmigo, desparrama ». Además, el mismo bendito Apóstol Juan, no distinguió ninguna herejía o cisma, tampoco él apuntó a nadie como especialmente separado; pero llamó anticristos a todos los que habían abandonado la Iglesia, quienes actuaron en oposición a la Iglesia; diciendo « Hijitos, es hora final y según habéis oído que viene el Anticristo, así ahora muchos se han hecho anticristos, por donde conocemos que es la última hora. De entre nosotros han salido, mas no eran de los nuestros, pues si de los nuestros fueran, habrían permanecido con nosotros. » De donde parece, que todos los conocidos por haber partido de la caridad y la unidad de la Iglesia Católica son adversarios del Señor y anticristos".
Epístola LXXV-1, a Magno



El Cardenal John Newman, un converso del anglicanismo, haciendo referencia a documentación histórica, lo dijo muy bien:
"Profundizar en la historia es dejar de ser protestante".

Compilado el 7 de septiembre 7, 2001


Volver a la página principal...